Todas las mañanas, tras el sonido de la trompeta del Rey Miguel,
todos los caballeros nos colocamos nuestras vestiduras
y partimos con gran emoción a la Eucaristía...
Allí nos espera el sacerdote del pueblo
quien nos propicia un encuentro con Jesús
y nos da un reto de amor para vivir a lo largo del día.
La eucaristía pasa volando,
porque cantamos, leemos y somos los protagonistas con ÉL.
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