jueves, 19 de julio de 2018

A todos los habitantes del reino:

Como decía Taburete, hoy ha llegado el fin, el fin de esta gran etapa, una etapa que empezó hace 8 años y que hoy termina. Como toda historia, esta también tiene su comienzo, esta en concreto comenzó con dos niñas de 11 años, las cuales ni se hablaban ni se miraban en un sitio llamado “La espiral del tiempo”, y sí, también fuimos niñas, aunque ahora seamos unas viejas que os doblan la edad. Y es que, a pesar de no acordarnos la una de la otra, hay cosas que no se olvida, como la corneta ya desafinada de Josemi, los loritos que Manolo vendía, o esas comidas que también a nosotras nos costaba comernos e intentábamos tirar sin que nadie se diera cuenta.
Por suerte, la vida nos dio otra oportunidad de volver a reencontrarnos una vez más aquí, en la escuela hogar de Villafranca, esta vez ya como monitoras hpm. Durante ese primer año de ilusión navegamos con los grumetes del equipo naranja por los mares de Villafranca (Laura y Lidia pueden confirmarlo, y una vez más, sí, hemos sido sus monitoras, somos unas viejas). Pero este gran viaje continuó al año siguiente volando con Peter Pan y los niños perdidos hacia un mundo de sueños, y creednos, fue un verdadero sueño vivir aquella experiencia, aunque esta vez fuera desde diferentes perspectivas, una como sirena y la otra como Tigrilla, la hija del gran jefe indio (haeeaaaaea), aunque debemos admitir que ese año se recuerda como el año de las siestas, así que, por eso al año siguiente volvimos con las pilas cargadísimas dispuestas a ir a un universo de amistad, esta vez ya hicimos ese viaje con la mayoría de vosotros. Y, por último, llegamos a este gran cuento del siglo, y la verdad, no se nos ocurre un mejor final para esta gran historia que despedirnos por todo lo alto, celebrando el centenario de la congregación.
Después de todos estos años, con sus idas y venidas, solo podemos daros las gracias. A vosotros niños, gracias por haber aguantado nuestro carácter (sobre todo el mío cuando algunos de vosotros me habéis tocado la moral), gracias por todas esas ahogadillas a través de las cuales nos demostrabais vuestro cariño, gracias por esas pulseritas que nos dais en el tiempo libre, por esos abrazos y besos improvisados. Gracias por hacer que las horas de sueño merezcan la pena, por seguir nuestras canciones y darnos tanto amor. A vosotros monitores, gracias por aguantar nuestros deportares, por sentaros con nosotras en la mesa y no dejarnos solas a la hora de comer, gracias por tolerar nuestras borderías y gracias por haber formado esta gran y bonita familia. A vosotras hermanas, gracias por habernos abierto las puertas de vuestra casa allí donde hemos ido, por habernos dado una manzanilla siempre que la hemos necesitado, por hacernos esas comiditas tan ricas y, sobre todo, gracias por tratarnos como si fuéramos vuestras hijas. Por último, darte las gracias a ti, mi hermana, quizá no de sangre, pero eres mi hermana, y sí niños, todo era mentira, pero es que esta chica es luz allá por donde va y sin duda es lo mejor de todos estos 4 años, porque en ella he encontrado una amiga, un apoyo, una confidente, una hermana. Gracias.
Podríamos tirarnos todo el día recordando monitores, niños, buenos momentos, risas, cantes y bailes (las lágrimas las dejamos para otro día), pero como hemos dicho al principio, hoy ha llegado el fin, y esta carta también ha llegado a su fin, así que, lo único que os pedimos es que nos recordéis con el mismo amor que os vamos a recordar nosotras, y a los llorones, por favor, no lloréis, si nos vais a echar de menos, que sea cantando y bailando como siempre hemos hecho nosotras, os queremos caballeros.

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