Para poder entrar a vivir al Castillo, tuvimos que rendir
honores a la corte real. Algunos en la
vida habíamos hecho una cosa así, lo que hizo que nuestros pies se enredasen en
ocasiones y que varios tuviésemos que repetir la reverencia.
Lo bueno es que ¡YA ESTAMOS DENTRO!
Gracias, por las fotos y ver como les embarga la felicidad junto a la diversion.
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